23 marzo 2010

10 meses y contando...


Lo que más me llama la atención es que aunque me despierte indefectiblemente todos los días depeinada y ojerosa... aunque la ropa no me quede como a las modelos, aunque mi pelo sea un desastre casi todo el tiempo...

Aunque no sea ni juez ni parte... ni rica ni pobre... aunque el malhumor a veces me desborde...

Lo que me deja perpleja todos los días es que aún creando teorías inexplicables... que aunque mi orden signifique tu desorden...

Lo que me desvela, porque no le encuentro explicación, es que aún a pesar de ser yo misma todo el tiempo y que conozcas todos y cada uno de mis rincones es que sigas soñando con mis sueños, abraces todas las noches mis noches, sonrías con los amaneceres, cambies mi malhumor en un segundo...

Lo que me resulto inesperado cuando te conocí y me parece casi inverosímil todos los días es que me quieras tanto como yo te quiero y me hagas reir un poquito todos los días...


... Que me ames con violenta presindencia del mañana
que el grito de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad...

20 marzo 2010

El rayo verde


El rayo verde (...) me contó a los nueve años que si miramos ponerse el sol en un horizonte marino, si el cielo es diáfano y si a último minuto no se cruza una vela de barco, una bandada de pájaros o una nubecita caprichosa, con el ultimo segmento rojo hundiéndose en la línea del azul veremos surgir un instantáneo y prodigioso rayo verde.

(...)

Ayer, desde el mirador del archiduque Luis Salvador, miré una vez más hundirse el sol en el mar. Un amigo mencionó el rayo verde y me dolió por adelantado que los niños presentes lo esperaran con la misma ansiedad con que yo lo había deseado en mi absurdo horizonte suburbano; ahora sería peor, ahora las condiciones estaban dadas y no habría rayo verde, los padres justificarían de cualquier manera el fiasco para consolar a los pequeños; la vida -así la llaman- marcaría otro punto en su camino hacia el conformismo. Del sol quedaba un último, frágil segmento anaranjado. Lo vimos desaparecer detrás del perfecto borde del mar, envuelto en el halo que aún duraría algunos minutos. Y entonces surgió el rayo verde; no era un rayo sino un fulgor, una chispa instantánea en un punto como de fusión alquímica, de solución heracliteana de elementos.

(...)

Mi rayo verde se vuelve a la nada en el mismo instante en que lo digo; pero era él, era tan verde, era por fin mi rayo verde. De alguna manera supe ayer que mucho de lo que defiendo y que otros creen quimérico, está ahí en un horizonte de tiempo futuro, y que otros ojos lo verán también un día.

19 marzo 2010

Aguantar para apostar


Retomar la lectura... volver a Cortázar...
La noche me sorprendió entredormida y pensando aleatoriamente en varios temas sin cohesión.
Algunos contactos olvidados y otros tantos recuerdos me llevaron nuevamente al teclado y una vez más sentada para escribir... para dejar correr los más oculto de los pensamientos...
Esto no tiene por qué tener sentido, pero tiene tanto sentido para mí...
En mi vida sería yo capaz de mandarme (...) un poema capaz de narrar algo de manera tan perfectamente justa, económica y a la vez bella.
Lo espero como casi todas las noches. Después de varias tazas de café, la noche parece comenzar de manera incontenible. Los sonidos de las olas, de fondo, se funden con la tele, los autos, la ciudad.
La vida nos lleva por caminos insondables, desconocidos, rebuscados y aunque muchas veces no encuentre la salida, también comprendo que no hay salida hay que seguir buscando, caminando... Miro el humo de mi cigarrillo ascender de maneras misteriosas. La gata también queda atónita con el movimiento. Quizas sea algo que ella comprenda y yo no. Cada tanto me mira como esperando una respuesta. Y yo sigo moviendo mis dedos sobre el teclado.
Miro a mi alrededor y a pesar de los ruidos, a veces, el silencio me invade.
Ya no veo montañas azules desde mi ventana y aunque a veces las ansío me queda el vaivén del mar. Ahora las horas transcurren con olor a sal y sabor a espera.
Te espero. Lo espero.
El ejercicio de elegirlo y esperarlo se repite día a día.
Busco evidencias de nuestros más felices recuerdos. Soy feliz. Lo pienso y soy feliz. Lo siento y soy feliz.
Resulta todo esto en una apuesta cotidiana a nosotros dos. Y cada día, cada noche, la ganamos. Lo entiendo cuando dormimos abrazados y sabemos, fehacientemente, sabemos que nos extrañamos, que nos queremos... Que a pesar del sueño, de las horas perdidas y de los desencuentros te amo. Y me amas.


... Y habrá que apagar otro cigarrillo y aguantar para apostar...