20 diciembre 2013



Hasta que te cansaste de no estar cansada... 
y de golpe entre dos medialunas,
 me contaste un gran pedazo de tu vida...


Y me encuentro acá... sentada, frente a la computadora, como todas las mañanas a esta hora. En la misma oficina, con los mismos papeles de siempre rodeando mi escritorio.
Al lado mío, muy cerca de mi mano una taza de café para acompañar este (mi) silencio.
Afuera, gente que va y viene todo el tiempo. Algún saludo, muy pocas sonrisas. Imagino que afuera hay sol y que la brisa mezclada con sal del mar deja en el aire ese perfume tan particular del verano.
Y yo sigo acá. Planteándome un balance de fin de año en el que no se bien qué poner o qué sentir...
No es la necesidad de hacer un balance lo que me mueve a escribir esto que escribo, es más bien la necesidad de sacar todo esto de adentro.
Muchas veces la pantalla en blanco fue una buena terapia y espero este tiempo retomar todas esas cosas que me hacían bien y dejé olvidadas en algún rincón.
Termino el año con la necesidad de hacer cosas por mi y para mí. Correrme nuevamente al centro y volver a ser... eso simplemente, volver a ser.
Termino el año con el alma y el cuerpo cansados. Evidentemente, el cansancio que más pesa es el primero.
Se va este mes de diciembre con un mar de lágrimas derramadas y algunas que todavía quedan por derramar. Se termina diciembre con la impotencia en mis manos. Cansada de pelear, pero sobre todo cansada de perder... Cansada de estar cansada...
Y sólo me queda esperar la absurda ilusión del cambio de año para deshacerlo todo y recomenzar...
El año que viene ya no tendré oficina, no tendré los mismos papeles que me acompañan impávidos y me voy a dar a mi misma, algunos meses de silencio mental, para que el jugueteo de las olas me ayude a pensar, me ayude a encontrar nuevos caminos, nuevas metas y nuevos planes...
Empezar de cero (o casi), para no dejarme caer, para replegar las filas y volver a la batalla con un nuevo plan.
Sé que esto también pasará, que todo se va a acomodar y que volverán los días en que se es simplemente feliz... Sé que no estoy sola y esa también es una razón fundamental para seguir batallando contra molinos de viento.
Sé que soy lo suficientemente fuerte para superar todo esto y sé que me sostienen las manos personas con la entereza que necesito para tomar impulso.
Sé que esto no es lo peor del mundo, que a veces hay que dar un paso atrás para seguir avanzando...
Pero la frustración, la impotencia, el agotamiento mental, las ganas inmanejables de llorar y ver como todo pasa entre mis manos como arena fina...
Termino este año, dispuesta a cambiar miles de cosas en mi vida. Retomaré no solo viejos libros, sino el hábito de la lectura en general. Voy a sacar (por fin!) el registro. Voy a rendir las 12 materias que me propuse para este año. Voy a lograr cambiar el rumbo de mi vida, aunque eso me cueste cambiar de domicilio también... Voy a ver crecer a mi hija y voy a disfrutar su tiempo, sus monerías y todo eso que dejamos de lado por cansancio o falta de tiempo. Voy a tomar la ruta e iremos a tomar mates a algún lugar lejano del país. Me voy a sentar a ver el amanecer en el campo. No voy a dejar que las obligaciones me hagan derramar una lágrima más... Voy a creer en que todo es posible...


This too shall pass...


18 octubre 2013

Diez años después, aún creo en la utopía


"...Lo más curioso es que ha sido a lo largo de los días tan diversos de los hombres. Y lo difícil es encontrar y continuar de uno al otro, con fidelidad. Mi vida no era una verdadera aventura. Hice grandes viajes pero eso no es algo raro hoy en día. Y lo que he visto después de ir de uno a otro extremo del mundo, mi mayor sorpresa de viajero ha sido, creo, una mañana de julio de mi vigésimo año, era mi primer viaje. Mientras el tren me llevaba hacia el sur, me desperté para ver el amanecer de Orange o de Avignon, los árboles misteriosos que no era capaz de identificar. Su forma, su color, todo me resultaba desconocido. Algunos se levantaban hasta el cielo azul y negro, el follaje de los otros era un susurro argénteo. La luz, suave y ligera, confería a todo una vida distinta y alejada. Interrogué tímidamente a mi vecino, que me dijo con una sonrisa que eran olivos y cipreses. Yo no conocía más que los manzanos, los robles y castaños. Me sentí deslumbrado por todo lo que estaba sucediendo. Pero no tuve ningún problema para concederme una tregua a mi mismo y reconciliarme con las personas, que parecen infieles, con la necesidad, las posibilidades el tiempo que transcurre, pero también cierta fiebre interior, el deseo de conocer y el hábito de sentir la común experiencia que nos envía el destino..."

17 agosto 2013

La vida...


La Vida es buscar un argumento, 
darle a lo cotidiano
un traje literario a su medida, 
sabernos héroes pues nos empeñamos
en dibujar un asta en la frente del corcel,
en limpiar el smog de los amaneceres, 
adpotar Totós perdidos, sin Kansas ni arcoiris,
detener con el pecho huracanes,
marcar con la mano el gol de la victoria,
ser paisaje que inunde tus retratos.