Trente et Troisième Monde: El problema de la personalidad

Salgo a la calle. Hace frío, el cielo esta gris y por primera vez este cielo me hace acordar a esos otros cielos que recorro en otro momento del año.
El ruido de los autos me devuelve a la realidad de la ciudad, a las corridas cotidianas de esta parte del país y a las conjeturas y pensamientos que teje mi cabeza en cada recorrido.
Miro el semáforo. Lo miro como adivinandolo, lo miro, también, abarcándolo. Cruzo la calle, alguien pasa demasiado apurado y empiezo a caminar más rápido que de costumbre. Me pregunto por qué y no sé qué responderme. Bajo la marcha de esa carrera sin sentido y empiezo a (re)descubrir los personajes de mi barrio.
Me doy cuenta de cuántas personas distintas, cuántas ideas distintas, cuántas personalidades y me pregunto: "Quién soy yo, esa entidad absurda, ese nebuloso fumador, ese objeto encerrado en un cubo de labdrillos...?"
Ocupada en responderme me abstraí de mi alrededor.
Soy una persona. En primer lugar persona, ser humano, ser... Tengo 22 años vividos en su mayoría en esta ciudad, algunos me llaman porteña, otros Mery o Maro, la mayoría simplemente María. A veces leo, a veces escribo, cuento verdades, hago autoreferencias y referencias a mi entorno, quizás exagere o acomode para que quede mejor. Leo con la pasión con la que vivo. Vivo en el sur argentino, en un pueblo al sur del sur. Soy hija, hermana, novia, amiga, compañera, empleada, subalterna, jefe, antagonista, protagonista. Soy social y huraña. Soy simpática y antipática. Soy.
Cuando volví de mi abstracción me dije: el problema de la personalidad es que tenerla o no es un problema.