18 octubre 2013

Diez años después, aún creo en la utopía


"...Lo más curioso es que ha sido a lo largo de los días tan diversos de los hombres. Y lo difícil es encontrar y continuar de uno al otro, con fidelidad. Mi vida no era una verdadera aventura. Hice grandes viajes pero eso no es algo raro hoy en día. Y lo que he visto después de ir de uno a otro extremo del mundo, mi mayor sorpresa de viajero ha sido, creo, una mañana de julio de mi vigésimo año, era mi primer viaje. Mientras el tren me llevaba hacia el sur, me desperté para ver el amanecer de Orange o de Avignon, los árboles misteriosos que no era capaz de identificar. Su forma, su color, todo me resultaba desconocido. Algunos se levantaban hasta el cielo azul y negro, el follaje de los otros era un susurro argénteo. La luz, suave y ligera, confería a todo una vida distinta y alejada. Interrogué tímidamente a mi vecino, que me dijo con una sonrisa que eran olivos y cipreses. Yo no conocía más que los manzanos, los robles y castaños. Me sentí deslumbrado por todo lo que estaba sucediendo. Pero no tuve ningún problema para concederme una tregua a mi mismo y reconciliarme con las personas, que parecen infieles, con la necesidad, las posibilidades el tiempo que transcurre, pero también cierta fiebre interior, el deseo de conocer y el hábito de sentir la común experiencia que nos envía el destino..."