30 noviembre 2007

Cinquante Sixième Monde: El Final Es En Donde Partí


En estos días tuve la noble sorpresa de escuchar algo que yo misma había contado por primera vez... Me lo contaban a mi como si uno de los personajes principales fuera otra persona que no era yo. Me asombré, abrí bien grandes los ojos como suelo hacer cuando no doy crédito a lo que escucho...

Traté de explicar que era de mi de quien hablaba, pero no había caso, cuando por fin lograron salir las palabras nadie pudo creerme.

Me fui esa noche entre cabizbaja y pensativa. No podía creer realmente lo que había pasado. Realmente y frente a mis narices... u orejas... un rumor había dado la vuelta compelta al pueblo y alguien, fresquito, nuevo, sin contaminación pueblerina, vino y me lo contó. Sonreí, finalmente. Comprendí que las palabras que solté como por casualidad una vez estaban donde tenían que estar: en boca de todos.

21 noviembre 2007

Cinquante Cinquième Monde: Idiomáticas

Colombiana: Pero qué te pasa mi amor?
Colombiano: Es que la he perdido... tu no las llevas contigo?
Colombiana: No, pregunta a la muchacha o al muchachito en Front Desk (recepción)
Colombiano: Oye, J., has visto mi cachucha? La dejé olvidada en la silla

...

Cachucha: gorra, sombrero.

...

Español: Gracia' Gonzalo!
Española: No A. Que no se llama Gonzalo que es Lautaro.
Español: Que no sabes nada B. Es Gonzalo!
Española: Te digo que es Lautaro.
Español: Gonzalo que es Gonzalo
Lautaro: Estos gallegos con tal de pronunciar una Z...

18 noviembre 2007

Cinquante Cuatrième Monde: ESC

Hay cosas que ya no deberían pasar a mi edad. O por lo menos, cosas que debería evitar hacer a esta altura de las cosas. (1.63 mts, no mas que eso)
Lo cierto es que cuando me levanto con el otro pie... Cuando realmente me levanto, o se me ocurre en el momento, que no tengo ganas de hablar, saludar o cruzarme con alguien; hago hasta lo imposible, lo inverosímil para evitarlo.
Es así como me encuentro literalmente espiando desde la ventana de un restaurante para ver si cierto comensal está o no dentro. O recorriendo las góndolas del supermercado con una trayectoria aleatoria y lejos, muy lejos, de la necesaria para las compras del mes.
Cuando el peligro pasa, y vuelvo a la normal normalidad del mundo adulto, me doy cuenta que es extremadamente divertido volver a mi más tierna infancia desde los 23.